Cuando estás en pleno momento de crianza una de las preguntas qué más se te viene a la cabeza es ¿lo estaré haciendo bien?
Cuando me quedé embarazada decidí que quería una maternidad consciente e informada. Elegir de entre las opciones disponibles conociendo sus ventajas e inconvenientes.
Puedo decir que este camino de la maternidad está siendo un gran aprendizaje, casi un master en el que me he empapado de cada una de las etapas que he ído viviendo (embarazo, parto, lactancia, blw, crianza…) pero si hay una que me está costando más es la famosa “aDoslescencia”
Todo el mundo ya me avisó que la llegada de la hermanita sería dura y lo pasaríamos mal un poco todos, también me hablaron de las pataletas y berrinches de los 2 años pero no lo sabes bien hasta que lo vives.
Si bien es cierto que los dos años es una época muy bonita de todo niño, en el que empiezan a hablar y repetir todo lo que oyen con su lengua de trapo, cada día logran un nuevo hito de aprendizaje y desarrollo y es precioso acompañarles en ese camino, pero también tiene sus luces y sus sombras.
En mi caso los 2 años no han venido acompañados de pataletas, o no como yo me imaginaba o había visto por la calle a un niño pataleando literalmente en el suelo.
Con M hemos pasado por cambios constantes, hemos pasado por unas semanas horribles en las que estaba muy apático, que no le gustaban los besos, se limpiaba la cara cuando se los dábamos y sentía que me rechazaba, cuando estaba papá en casa le prefería a él para todo, para jugar, para dormir…
Investigué sobre el tema y parece ser que es una etapa más de maduración y autonomía, pero esto no lo leí en el manual de instrucciones y lo he llevado bastante mal.
Además a esto se suma también cambios en su juego, más agresivo, juega a luchar, a pistolas, a superheroes…
También hemos pasado por una época en la que nos llevaba al límite, a ver hasta donde podía llegar, a hacer lo contrario de lo que esperábamos de él o le pedíamos… y acababa siendo agotador para todos.
Pero si algo nos ha sobrepasado a todos ha sido el momento de irnos a la cama. Últimamente estábamos retrasando mucho la hora, ya que como todo parecía una lucha se nos iba retrasando la cena, los dientes, el cuento… y nos daban las 10 de la noche.
También se nota que ahora somos uno más en casa, lo que supone otro más para baños o para comer.
A esto sumamos el agotamiento que a estas horas tenemos después de todo el día y ya no te quedan recursos ni mano izquierda ni derecha que valga. Al final nos íbamos a la cama todos disgustados. Por un lado el niño acaba llorando porque no quería irse a dormir y por otro, yo tenía la sensación de no estar haciendo algo bien.
Muchas veces viene bien escuchar otras opiniones o consejos externos, y para ello Arantxa me ayuda mucho. Es importante alguien que ve la maternidad de tu misma forma para darte esa luz a veces necesaria, por eso nosotras siempre hablamos de la importancia de “la tribu”.
Me hizo ver que a veces el problema viene de los padres, de cómo manejamos la situación casi siempre por agotamiento, un niño es igual a las 16h que a las 22h, pero un adulto no gestiona igual un la situación según la hora. Yo es cierto que era ver el reloj y que no “estaba cumpliendo” con el horario de irse a dormir para al día siguiente ir a la guardería y me ponía muy nerviosa y el niño lo notaba.
Además Arantxa me regaló el libro “los niños malos no existen” y creo que ha supuesto un antes y un después. Es muy importante ponerse en el lugar del niño, entender por qué se está comportando de una determinada manera para poder acompañarle.
A veces el enfado de que no actúe como queramos no nos deja ver qué pasa, hay una frase que leí hace poco y me gustó mucho que dice “cuando un niño se porta mal es porque algo no está bien”, y desde que leí el libro he aprendido a verlo con otros ojos y también a saber un poco cómo actuar ante ciertas situaciones. Pero no hay nada milagroso, y tenemos días de todo, aunque tener herramientas para gestionarlo ayuda.
Otra cosa que nos ayudó fue fijar la hora de cena a las 20h, algo que el invierno pasado sí cumpliamos y este año parecía que no llegábamos nunca a tiempo
Pero de repente, como pasa con muchas cosas, todo da un giro. En casa todos estábamos desbordados, pero a veces viene bien pararnos, relajarnos, analizar la situación, ver qué podemos modificar y escuchar otros puntos de vista.
Entonces ver las cosas desde otra perspectiva y todo vuelve a su cauce.
Rocío